“Sudacas fue una oportunidad de negocios en la que nos aventuramos para compartir la integración latinoamericana. Ya la habíamos vivido a través de los ELEA y queríamos un espacio donde pudiéramos compartir patrimonio con las personas que iban llegando a la frontera, así como nosotros. Por eso el nombre, y por eso trabajar con nuestros valores culturales, la música y la danza”, cuenta Katherine Cortés, una de las fundadoras del bar y paraguaya residente en Foz.

El nombre, que al inicio generaba reacciones encontradas entre los turistas que pasan por Foz de Iguazú, fue adoptado con entusiasmo por la comunidad migrante. “La receptividad fue más por parte de los inmigrantes, y con los años se fue sumando el público local”, explica Katherine.
El tránsito se volvió hogar

Para Gastón Valenzuela, chileno residente en Foz, Sudacas siempre fue algo más que un bar: “Entendía que era un lugar de tránsito”, afirma. Esa idea de movimiento, de encuentro y transformación, marcó cada etapa del espacio.
A lo largo de estos diez años, Sudacas fue más que un punto de encuentro: se convirtió en una verdadera vitrina multicultural, como señala Gastón. Desde la fiesta de las velitas, pasando por las peñas folklóricas, hasta celebraciones como el Día de la Conciencia Negra o la fiesta junina —tan distinta en Paraguay y Brasil—, el bar fue testigo y protagonista de una convivencia rica en matices.
Lo más valioso que vivimos en el bar fue haber trabajado en conjunto con otros colectivos, haber aprendido y compartido nuestras diferencias. Aunque compartimos el territorio, nuestras culturas celebran distinto, y conocer eso ha sido de lo más memorable.
Katherine Cortés.
Más que un bar, una vitrina multicultural

La programación artística de Sudacas prioriza el talento local. “Siempre miramos primero a los artistas de la zona. La danza, la música… Y lo que pasa mucho es que los propios artistas nos buscan. Coincidimos. La coincidencia hace que siempre haya sorpresas, que cada mes aparezca algo nuevo”, cuenta Katherine.
Esa construcción colectiva y abierta fue clave para su identidad. “Se genera de manera orgánica, porque la gente llega al bar para proponer”, agrega Gastón. “Lo que hay que festejar es que se ha construido un puente entre las distintas culturas. El local se ha transformado en una vitrina multicultural”, finaliza.

Sucadas celebra estos diez años de historia compartida, este jueves 1 de mayo con una fiesta tropical con clase de salsa, música latina, torta para apagar las velitas y sorteos de premios. Un festejo fiel al espíritu de Sudacas: celebración, comunidad y muchas ganas de seguir bailando.